martes, 30 de junio de 2009

DESCRIBIÉNDOTE




Te describo sensible
sintiendo
con tus dedos
soñando
con mis ojos
probando a acariciarme.

Te describo poeta
cantándole a mi suerte
llenándome a caricias
hurgando en
mi
vestido.

Te describo soñando en tu almohada
muriendo
a cada instante
viviendo
en cada hora
amando en cada noche
llorando
por mí
en cada madrugada.

Te describo valiente
peleando por mi entre las zarzamoras
destrozando alimañas
mientras guardas
mi aliento
entre tus manos.

Yo te pienso de fuego
Calentando estas manos
que besarán
tu piel
mientras quemamos pasiones
junto
a la chimenea

Te adivino cantándole a la noche
Soñando entre mis sueños
Callando
en mi silencio
Adivinando
Por qué y cuando
Te dejaré habitar en mi morada.

No importa la distancia
Si el pensamiento es libre
Si los sueños son libres
Si todo lo vivido no es más que un sueño permanente que habita en la memoria


viernes, 26 de junio de 2009

TE QUIERO PORQUE SI



TE QUIERO PORQUE SI, TE QUIERO PORQUE QUIERO

Te quiero
Porque sí
Porque me da la gana de quererte.
Y ya está
Porque mi amor es mío y se lo doy a quien quiero.

Te quiero porque quiero.
Porque pase lo que pase
Te quiero.

Te quiero si no estás.
Y si estás, también te quiero.

Como buscan el olor las azucenas,
Como busco tus labios en mi aliento.
Para beber de ti
el agua clara y cristalina.
Que se derrama en mi garganta

Te quiero.
Y sólo por eso.
Porque sí

Los montes de mi esencia empiezan a florecer entre las ramas
Y le gritan al aire.
Y a la sombra .
Y al
viento.

Ya no gimen,
sólo
miran.



Te quiero.
Porque solo con sentirte
miles de mariposas se abren a mi vientre dispuestas a bailar
una canción de cuna
y de silencio
a la sombra de una higuera que llora higos dorados
con gotitas de miel color granate
sombras de ámbar
y luna.
sobre senos
desiertos

Qué grande me vuelvo por quererte

Grietas abiertas me sonríen
Y dicen a mi oído
Secretos que ni entiendo
Pero que me palpitan.

Te quiero.
Dentro de mí.

Y porque quiero quererte
Te quiero.

Sin saber tu sonrisa
Sin siquiera adivinar el color de tus ojos,
Ni la forma de tu cuerpo.

Te quiero porque te siento

Porque mis poros se me abren con sólo de pensarte.
Porque te busco a solas.

Porque lloro sin ti.

Porque no sé a qué se debe, ni a qué cuento
Puede ser que yo te quiera tanto.

Silencio...
Quiero oírte.
No
te oigo.

Me muero



lunes, 15 de junio de 2009

PORQUE NADIE HAY




En la ciudad antigua,
cansada
y silenciosa,
están empezando a crecer las lianas.

Se enredan en los edificios,
trepan por las fachadas
Se abrazan a los cables trepadores de la electricidad
Se trenzan en los balcones
y nadie dice nada.

Porque nadie hay.

_ Dónde se fueron todos
_ Se fueron a hacia un lugar al que llaman Olvido
Ninguno se ha enterado.

En el reloj de la plaza,
de la ciudad antigua y melancólica
suenan unas horas que nadie consume
Y caminan por ahí,
aburridas,
flácidas,
desaliñadas ,
tristes, rústicas, vacías de palabras.
Sin encanto ni aliento
Calle arriba y calle abajo
Arrastrando los suelos
Derramándose.
Bañándose en las fuentes de cristal y de estatuas.
Y nadie las reclama
Porque
nadie hay.

_Pero si faltan horas
_ A la ciudad de cristal, callada, antigua y silenciosa,
se fueron a vivir todas las horas del
mundo.
Y allí están.

_Me dejas sorprendida

En la ciudad de las palabras tristes
Ya se han acabado las palabras
Y van por las calles como hojas secas en el otoño de su exuberancia, suplicando silencio para su agonía.




_Ay Señor qué desgracia tan grande. Qué haremos sin palabras.
_Hablaremos con música y arpegios.
Y haremos de las calles un largo pentagrama con canciones que se canten en silencio.

En la ciudad antigua, cansada y silenciosa,
ríen las amapolas jugando a rezar junto a una iglesia.

Tan rojas,
tan alegres
tan asoleadas
tan descaradamente obscenas.

_ Llévame a vivir junto a la pared blanca de la iglesia
_Vamos allá ahora mismo.

En la ciudad antigua , callada y melancólica
Ya no hay melancolía

Estás Tu

miércoles, 10 de junio de 2009

QUÉ NOCHE TAN EXTRAÑA




Llovió toda la noche
También llovió sobre el día emponzoñado y dormido entre las nubes.
Y sobre el día soleado y despierto.
Llovió

Llovió toda la noche
mientras que nuestros poros se comunicaban entre los edredones.
Y mientras brillaban como navajas las gotas de la lluvia
como si fueran rayos luminosos, relucientes, eléctricos, metafóricos, asustados.
Y mientras la sombra del pájaro
saltó por la ventana de una décima planta viniendo a estrellarse sobre un todo terreno aparcado en la acera.
En un golpe seco, profundo, colorado, estremecedor, mortal.

Qué noche tan extraña.

Llovió sobre la noche.
Llovió sobre el silencio, llovió sobre la muerte,
sobre las palabras mudas, sobre las cortinas de mi habitación, y sobre las palabras habladas y escritas.

Llovió.
Y sobre todo lo habido y por haber, llovió

Llovió sobre los dolores de los cuerpos
Y sobre los dolores de las almas.
Sobre los cargos de conciencia
y sobre la alegría de vivir.
Llovió por todas partes

Llovió sobre los bailarines que danzaban en las plazas bajo las estrellas
y bajo la sombra de la luna llovió
Llovió sobre las farolas de la ciudad dormida.
Y sobre los gritos de la noche
Sobre las risas
Sobre los
alaridos.

Llovió sobre los sueños cumplidos e incumplidos
Llovió sobre el deber y sobre la negligencia
Y en los tejados de las catedrales.

Mientras que nosotros,
ajenos,
ganábamos triunfantes nuestras propias batallas arrebujados entre los edredones.

Qué noche tan extraña.

lunes, 8 de junio de 2009

SI MI NIÑO SONRÍE






Si mi niño sonríe
todo se vuelve risa.

Se ríen mis ojos, las ramas del peral de al lado de la fuente
y mi alma entera parece de cristal.

Si mi niño sonríe
todo parece azul junto a los azabaches
y hasta las risas de los titiriteros
devienen carcajadas.

Si mi niño sonríe
el tren ya no da vueltas por caminos perdidos
y se gira a mirarle si pasa por su lado.

Si pasa por la orilla de la sonrisa de mi niño.

-Quién no se pararía.

Si mi niño sonríe
todo se antoja risa en su pelo de seda
y en sus manitas apretadas agarrando la Vida.

Si mi niño se ríe
hasta el atardecer sonríe también.


-Préstame tu abanico.

Quiero inventar el aire
para poder volar entre las risas de oro y plata del sentir de mi niño.

jueves, 4 de junio de 2009

EN LA CALLE DE LAS FACHADAS BLANCAS




En la calle de las fachadas blancas y las sombras azules,
acaba de llegar la hora de la
siesta
*

Y hay un silencio
cómplice
tocando campanas de agonía
por una canción que nació de madrugada
y que ahora languidece por el sopor de unas horas sensuales y mojadas.

Las palmas de tus manos llenas de clorofila
se aferran a mis ramas dejándome el frescor de tus brazos sudorosos
que llueven en mi cuerpo

Y mil canciones rotas
duermen en el sonido de las hojas
poniendo una serenata
a nuestro
sueño.

En la calle de las fachadas blancas y las puertas azules
Brilla con todo su esplendor la hora de la siesta
Y un sueño de grillos y cigarras
Canta desgarradoramente su pasión encendida tras el girar de una esquina solitaria.

En la calle de las fachadas blancas y las sombras azules
Como es la hora de la siesta
El sol se desparrama a sus anchas en todo mi paisaje
que se desnuda entregado y tembloroso
porque
no puede más.

Mientras tu,
con tu sombra,
le cubres plenamente su intemperie.

lunes, 1 de junio de 2009

NADA ME PERTENECE



Estas luces que tengo aquí,
al amparo del regazo de mi vientre
ya no
me
pertenecen.
Un ramo de amapolas, el corazón vacío, el licor de mi mesa
este fuego voraz
que me
consume.
Este
rayo
de
pólvora
en mi boca.
Ya no me pertenecen

Se me escaparon por los poros de mi piel sudando contigo los caminos invisibles
y ocultos.

Estas entrañas
que bailaban al son de tus palabras
y reían
al más mínimo roce de tu aliento.
Ya no me pertenecen.

Se fueron con tus manos por lugares ignotos y lejanos.
Se las llevó la fiebre
en una madrugada
de vino
y
de cubatas.
De canciones oscuras
y danzas de azafrán
y
de botellas.

El doblez de este vestido y esta falda.
Los broches de mi escote.
Ya no me pertenecen.
Se los llevó la mar
jugando
con
tus dedos
cuando hurgabas poco a poco mi armonía,
y la seda blanca y limpia
que tejieron
las
abejas
en noches de locura
y
de tormento.

Nada me pertenece ya
que no sea
el espacio entrañable que los dos compartimos una noche
entre naranjos verdes y frutas
encendidas.