jueves, 26 de abril de 2012

Abril termina



Te llamé para decirte nada y no había nadie, yo solo quería,
pero no estabas.
Quería decirte nada para poder sentirte y las palabras
que se las lleve el aire
pero se me quedaron dentro, heladas, frías, como inexistentes,
y me sentí vacía.

Yo solo quería decirte nada y sentirme cómplice contigo diciendo qué sé yo, riéndonos a solas de la nadería que es la vida
y el tiempo.

-El teléfono móvil al que llama no contesta.

-Usted es tonta señorita. Ya sé que no me ha contestado. 

Yo solo quería decirle Nada.
Nada le dije.


Mi corazón se duerme solo.
Abril termina.






Fotografía: Violeta (viola riviata) Torres (Jaén)
Autor: José Moya Segura

jueves, 19 de abril de 2012

Abril despierta




Abril despierta
dejando mojada la mañana.

Cántame una canción de cuna y que mi corazón descanse
que no quiero que sienta
que tanto amor y tanta entrega
no sirvieron de nada.

Anda y cántame
que la luna se acerca y no quiero
lo que quiero
y quiero lo que no debo,
y nunca sé.
Nunca sé nada.



domingo, 15 de abril de 2012

Adónde están mi casa y mi pañuelo



Adónde están mi casa y mi pañuelo, mi esperanza, mi sombra, mi cuna,
adónde.
Adónde mi sonrisa en el amanecer.
Se me ha roto el vestido y ya no tengo
vestido que ponerme.

-Viste tu cuerpo con una ramita de azafrán.

-Se me verá todo.

-¿Y para qué te hizo Dios? ¿Acaso van vestidas las hojas de la higuera?
Y en las noches de vendaval ¿Acaso no se quedan desnudas las ramas de los árboles?

-Sí, pero es que tengo frío.
-Yo te cubriré.

Adónde están mi casa y mi pañuelo,
mi sol, mi sombra, mi luna
Adónde
mi despertar alegre
mi risa,
tus gemidos.

-Yo los encontraré
Me acercaré a tu casa con sigilo y silbaré en tu puerta. Ya tengo preparada
una ramita de azafrán.

Abreme.


viernes, 6 de abril de 2012

Vuelve la noche



Vuelve la noche por Santiago Apóstol
ensueño de luciérnagas oscuras
camino de Santiago y luces
sembradas al amanecer.

Quinientas mujeres disfrazadas  caminan lentamente moviendo sus caderas al calor de la tarde.
Está roto el crepúsculo
y no existe meta hasta la cual llegar.

Quinientas mujeres oscuras como golondrinas
pasean su virginidad sedienta
una llora, otra reza, la otra está indignada
ninguna se consuela.

Quinientas vírgenes como quinientas vestales ataviadas de luna
giran su cabeza para mirar al sol.
El sol sonríe -por qué se fue tan lejos-

-Mírame a mi, mujer, mírame a mi.
¿Acaso no ves el fuego que me abrasa?

-Alguien dijo que amar era pecado.

-Pecar es otra cosa.

Quinientas mujeres descalzas pasean por el desierto
en la noche de Santiago Apóstol
una reza, otra gime, otra se dispone a bailar al son de los tambores

-Ven  y bésame

Los lirios se encendieron y no quedan farolas para tirarles piedras.