jueves, 28 de marzo de 2013

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ









(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.



miércoles, 20 de marzo de 2013

Pimientos rojos asados con chocolate negro caliente




Pimientos rojos asados con chocolate negro caliente y una fuente llena de ascuas cerca de los zarzales.
El manantial del agua pura  canta contra las piedras mientras que tu y yo nos reímos de nada.
El tiempo plano nos procura gemidos
y un delantal de gloria roza nuestras piernas.

Quiero besar tus dedos,
tu alma, las plantas de tus pies que percibo ateridos.
Festejar  en tu espalda, en tu pecho anhelante y en ese corazón tuyo que cubres con tu mano.
Quiero beber tus labios, tu angustia y tu deseo, las ganas de llorar y los remordimientos.
Llenarme las manos de tus células madre, cubrirme de ti, por ti, en ti.

Que  mira que Abril se acerca y ya me están naciendo capullos de rosas
en los párpados.


viernes, 15 de marzo de 2013




No quiero ser piedra de mármol  que se luce en los parques partida en pedazos a base de barrenos.
Cincelada.
Taladrada.
Torturada a golpe de martillo y buril para dar placer a los hombres.

Tampoco quiero ser piedra de fachada en cuyas esquinas se orinan los perros.
Ni ser piedra cubierta de asfalto y no poder sentir las plantas de los pies que me caminan.

Quiero ser piedra de montaña y camino
de riscos
de ladera.

Piedra de peñas y cabrales.
Madriguera donde acuden las liebres
cuando son perseguidas de pólvora y cañón.

Vientre donde se esconden los amantes furtivos.
Grieta de la Tierra
Canto rodado que acaricia el agua viajera de los ríos.
O piedra que cabe en una mano, en un bolsillo,
en tu mirada, en tus ojos.


Fotografía: Diego Redondo Crespo

lunes, 11 de marzo de 2013

Es como una herida




No es que Rita fuera mala persona.
Tenía  una voz dulce y sabía convencer  Se llevaba bien con todos sin comprometerse a nada.
Y mira que es difícil llevarse bien con todo el mundo.
Porque aunque tu  no les hagas nada malo a nadie, ellos vienen y te buscan, y te encuentran, y te acusan. Y por si fuera poco, todo cuanto dicen de ti, resulta que es cierto.
Tan defectuosos somos. Que a poco que se lo propongan, oye, que tienes todos esos fallos. Qué sí. Que somos un producto defectuoso.
 Que resulta que la hemos fastidiado muchas veces y con los años vas y te dices a ti mismo:  pero qué imbécil. O qué mal lo hice.
Es ni más ni menos que en su momento no lo supimos ver.

-¡¡¡Pues Rita eso lo vio!!!

Sí señor.
 Ella se dio cuenta al instante, pendiente como estaba de encontrar mis fallos y mis faltas. Tan buena ella, tan cándida. Ella vio todo cuanto de malo y negativo puedo disfrutar.
Y no solo es que lo vio, sino que lo fue comentando, comentando.
Como una pavesa que vuela al viento y se esparce.
Sin que se note. Sin que se vea

-Sé que todo esto me lo está montando Rita.
-¿Ritaaaaa? Qué mal pensada eres.

Es como una herida.


Fotografía: Cicatriz
Autor: Xuan Rata